Los rostros del mundo (87) Oración XXIII

ORACIÓN XXIII

Dios, deja que corra, 
corra, corra, corra,
y me aleje deprisa, deprisa,
deprisa, deprisa
y me vaya
lejos, lejos, muy lejos
donde los dardos
de la mala suerte
que me lanza el destino
no me alcancen

ni me alcancen
sus buenas intenciones
ni su amor apasionado
ni tanta bondad insoportable

y pueda cruzar la esquina
de una calle cualquiera
y aparezca a salvo
en tu casa, que es la mía.

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