ORACIÓN XVIII Señor, no me enseñes a ser indulgente, así, en general y en abstracto. Hay asesinos que merecen que les adelantemos la muerte antes de que aniquilen la vida de los inocentes. No puedo ni quiero ser indulgente con el asesino de la niña a la que violó. No dejes que tenga ni una millonésima parte de un gramo de perdón para con ese individuo. Facilítanos las cosas, señor: ¿por qué no le das tú, que todo lo puedes, la bendición de que se suicide antes de que cometa ningún otro crimen? Así nos libraríamos del terrible abismo de saber que ese ser depravado, es humano como nosotros mismos.