a traición es un gusano que vive en la gusanera se mueve por intereses nacidos de su simpleza un hambre indomesticada el saldo de una indecencia treinta monedas de plata para una vida de mierda. Si se traicionan los sueños corrompes la primavera, debajo de tus alfombras vas escondiendo miserias olvidos que te delatan despojos de sementeras inclinaciones del miedo de ver tu rostro de cera reflejado en los espejos que siempre miran de cerca tu cara de felonía tu jeta de filoxera. La traición es como un sello, te va manchando, te impregna, ella te acota sus marcas tú vas dejando tus huellas, ella te talla los trajes tus dientes cinchan las muescas que vas dejando los rastros como una alimaña tensa, para que quede bien claro en los claros de la selva, que si descansas huyendo descansas como las fieras. Un parto del invisible corazón de sinvergüenza que va latiendo entre sombras los pálpitos sin defensa de su afán protagonista de su sangre traicionera, de su imagen reflejada como un Narciso cualquiera que aspira a ser el primero de la prole principesca aunque haya de caer toda la fama de los profetas, los mundos y los imperios, los dominios, las riquezas, ganados a sangre y fuego con el sudor de la guerra. Él ha de quedar primero aunque todo desaparezca. Mal haya el malhadado con su sangre traicionera. Quede prendido por siempre en la faz de su quimera.
a traición es un gusano
que vive en la gusanera
se mueve por intereses
nacidos de su simpleza
un hambre indomesticada
el saldo de una indecencia
treinta monedas de plata
para una vida de mierda.
Si se traicionan los sueños
corrompes la primavera,
debajo de tus alfombras
vas escondiendo miserias
olvidos que te delatan
despojos de sementeras
inclinaciones del miedo
de ver tu rostro de cera
reflejado en los espejos
que siempre miran de cerca
tu cara de felonía
tu jeta de filoxera.
La traición es como un sello,
te va manchando, te impregna,
ella te acota sus marcas
tú vas dejando tus huellas,
ella te talla los trajes
tus dientes cinchan las muescas
que vas dejando los rastros
como una alimaña tensa,
para que quede bien claro
en los claros de la selva,
que si descansas huyendo
descansas como las fieras.
Un parto del invisible
corazón de sinvergüenza
que va latiendo entre sombras
los pálpitos sin defensa
de su afán protagonista
de su sangre traicionera,
de su imagen reflejada
como un Narciso cualquiera
que aspira a ser el primero
de la prole principesca
aunque haya de caer toda
la fama de los profetas,
los mundos y los imperios,
los dominios, las riquezas,
ganados a sangre y fuego
con el sudor de la guerra.
Él ha de quedar primero
aunque todo desaparezca.
Mal haya el malhadado
con su sangre traicionera.
Quede prendido por siempre
en la faz de su quimera.