EL HOMBRE AJENO Soy un hombre ignorado en la frontera del agua. La lluvia me lleva. Floto como un árbol seco a la deriva arrastrado por las aguas de un río cenagoso. Puedo parecer un caimán. Se posan en mis espaldas las garzas. Los remolinos me demoran como si el tiempo no me importara. Amo los pájaros, huyen hacia el cielo. Todos los que intenté domesticar, se me murieron. Me decanto en la mansedumbre del mar, su horizonte confirma los límites de mi casa. Soy ajeno a la violencia de género. Mantengo las distancias como los planetas la suya. Defino una nueva enfermedad del alma: ajenía: sentirse como Tirso, ajeno a la bobería.