Los agoreros siempre tienen razón. Aun no teniéndola al principio, la acaban teniendo al final. Practican la profecía autocumplida, son maestros de la miseria. Los augurios que propagan son el inicio del camino del desastre que pregonan. Quienes anticipan el desastre ya lo vienen provocando. Es la verdad del profeta o del echador de cartas o del astrólogo de los horóscopos… empiezan a ser ciertos desde el momento en que tú les entregas tu credibilidad. Antes de que tú contribuyeras con tu miedo, ellos solo removían basura. Es su modus operandi: desparraman carroña y auguran buitres, vierten infundios, maledicencias y todos se apuntan al banquete aportando sus gramos de mentiras, señalan al culpable por traidor y ya puede esconderse detrás de las piedras. El día que se comprueba que es inocente ya está hecho un gusarapo, mezcla de gusano y harapo, es decir, un miserable tal y como predijo el agorero.