Asunción – día 81

Nada que hacer,
      nada que decir,
si las corrientes decisivas
      son más fuertes.
 
Uno debe asumir
      su limitado poder
y aceptar -evitando el dolor-
      la verdad que se impone
sin caer en las trampas
      de la amargura, del resentimiento.
 
Cuando el alma obedece
      a su dios, único y solo,
la corriente te deja
      a los pies del sosiego
y la vida se renueva, como la vid
      en primavera.



 
 

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