La verdad es siempre revolucionaria – día 77

Cuando uno llega a interiorizar
aquella máxima de Romain Roland
de que “la verdad es siempre revolucionaria”
y entiende que el poema es un campo
en el que solo se cultiva la verdad,
 
entonces, todos los discursos
politiqueros o economicistas
no son más que fantochadas para fantoches,
trapos ridículos vendidos como banderas,
hierbas venenosas para caballos enfermos,
 
todos los discursos procesales o normativos,
moralizantes u ordenancistas
no son más que mugre mental y paranoide,
pienso malogrado de granos indigestos,
pan adulterado, fuego sin sustento,
 
todos los discursos, enredos y disenterías,
solo pretenden ganar tiempo y dinero
a costa de todos los incrédulos y cobardes
que se los tragan, por ignorancia o interés,
 
los que se oyen a sí mismos y se hallan competentes,
y se observan en los espejos
      practicando sus discursos,
practicando su dicción, su compostura,
su parvedad escondida, su inteligencia lustrada
      por el cepillo de la esposa que lo apoya…
 
a grandes mentiras, mayores desacatos.
 


 

 
 

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