El aristócrata sale a cazar y mata por matar. El campesino sale a cazar y mata para comer. El aristócrata caza mayor, jabalís, ciervos y tal. El campesino caza menor, conejos, tordos y tal. Las armas del aristócrata tiran con balas y apuntan con mira telescópica. Las armas del campesino tiran con perdigones y apuntan cerrando un ojo. Los aristócratas, los que sean, son pocos. Los campesinos, son el resto, los otros, muchos más. Ambos comparten la misma afición. El aristócrata caza por diversión. El campesino caza por necesidad. Esto es, resumidamente, una falsa verdad. A los dos les gusta matar al animal con su arma, con su mano, con su gatillo. Matar al animal les evita matar a su vecino.