Uno no puede ser solo el lugar de sus crímenes. Hay brisas que lo dispersan por los caminos del aire, suertes indecisas que eligen el perfil de las encrucijadas, ramas conectadas que se abren a la dispersión y el anhelo. Uno no puede ser solo la tumba del error. Hay declives que se deslizan imparables hacia las fronteras líquidas del sueño, corrientes que giran el agua por el torbellino de la fugacidad, perdiciones y reencuentros que alimentan la sombra del devenir. Uno no puede ser solo. Hay semillas que esconden la luz de los días y días que tienen todos los recursos de la felicidad en el aire que respiras.