Me acerqué al precipicio y oí la voz del abismo que me decía: “sé valiente, tírate”. Me aparté con precaución. Mi experiencia me dice que todos aquellos que te piden que seas valiente, que te atrevas, te están tendiendo una trampa: quieren que te signifiques, quieren que te delates, quieren saber quién es el Viriato anónimo que no se vende para poder abatirlo y honrarlo como a un héroe. Un héroe muerto, claro.