regunto, sin que me importe, de dónde salió el mancebo que usa palabras hirientes como dagas de tuitero que a todas luces se ve que arremete con denuedo para dar al su señor versión de buen escudero que aprendió bien su lección para bien comer primero que la vida está muy dura y es refugio un parlamento. Gasta maneras serviles y argucias de pendenciero, palabras de ingenio prestado usadas con menosprecio, útiles para servir como se sirven los hierros, para hacer del contrincante un enemigo sin precio que siempre contra los otros se nos define el rastrero, con ideas adaptadas a su feroz falseamiento. Cómo insiste el mancebo, contumaz en el comercio de palabras consumidas en refritos sin refresco en frasecitas de cortos y simplones pensamientos en chulerías menores y en refranes rufianescos que denotan a la vista la pobreza de intelecto que mueve sus intenciones más propias de un cuatrero que las que se le demandan a un elegido del pueblo.