¿ dónde va la gente que no sabe a dónde va? Los que afirman las condiciones ¿qué se creen que van a encontrar? ¿reverencias? ¿exaltaciones? ¿el son de la flauta frugal? ¿golondrinas que los orienten? ¿el sagrado pan del maná? ¿o el monstruo que ya estaba allí al segundo de despertar? Un fantasma que nos persigue desde el nacimiento hasta el final Confundiendo lo que imaginas, el rostro claro de la cal, Con los deseos que el misterio nunca acabará de alumbrar. ¿A dónde va la gente que no sabe a dónde va? Tan perdidos por los deslumbres del imposible celestial, con los pies en los precipicios, en los abismos sin piedad, (que así son los raptos el miedo erizados como el coral), paupérrimos de estrellas, torpes en el arte de navegar, tan mezclados y confundidos como las raíces del mal, ¿a dónde seremos llevados? ¿al tiempo de la obscuridad? ¿al prados de los elegidos o al pasto de la eternidad? Cantemos, amigos, cantemos que la discordia elemental está haciendo bien su trabajo de entrarnos en la vacuidad donde seremos los más momios de la codicia fantasmal de querer ser lo que nos sueñan los señores del capital borregos lustrosos en orden dispuestos para batallar las guerras de sus intereses disfrazadas de dignidad: la de ellos luciendo en el pecho y la nuestra en el pedregal. ¿A dónde va la gente que no sabe a dónde va? ¿Serán arrebatados raudos al cielo de la claridad, o caerán en el crudo invierno de la pura imbecilidad? ¿quién puede controlar las reglas que hacen del viento un huracán? ¿quién propone que tu destino sea un producto del azar? No parece un dilema fácil que podamos dilucidar. Si ellos mismos no lo saben ya los mandarán a votar que votar es lo que quieren los perdidos en su desván, inquilinos de las incurias de no saber por dónde van, las turbulencias con sus puentes las corrientes con su piedad.