Epigramas Líricos 15 – día 164

   Venía pensando en los excesos de retórica 
       en la poesía española cuando me encuentro con esta
 fórmula de Luis Buñuel para preparar un dry-martini:
 “Sobre el hielo bien duro echo unas cuantas gotas de vermouth
 Noilly-Prat y media cucharita de Angostura, 
 lo agito bien y tiro el líquido, conservando el hielo
 que ha quedado levemente perfumado por los dos ingredientes. 
 Sobre ese hielo vierto el gin puro, agito y sirvo.
 Esto es todo y resulta insuperable”
 Fantástico, me entran ganas de prepararme un dry martini
 aunque sea abstemio.
  
 A lo que iba pensando: la retórica es lo que se debe tirar
 después de perfumar el hielo de la poesía,
 para que quede el dry martini del poema esenciado,
 el relato prístino y fresco,
 la novela renovada e insuperable.
  
 Los grandes artistas, cuando hablan de una cosa,
 siempre te conectan con otras muchas. 
 
             

Epigramas Líricos 14 – día 163

 Ramón Oteo, que nos leía a Francisco Umbral,
 ponderando sus virtudes de columnista magistral
 y nos ensalzaba a Juan Marsé, 
 su calidad de página insuperable.
  
  
  
 Nos acordamos de Francisco Umbral,
 un carro por el pedregal cuando hablaba,
 una canoa fluyendo por el Hudson cuando escribía.
  
 Nos acordamos de Juan Marsé,
 un maestro socarrón cuando hablaba de Umbral,
 un cantero minucioso cuando tallaba
       el relieve diamantino de su novela. 
 
             

Epigramas Líricos 13 – día 162

“Una subvenció europea
per arrancar poetes des de l’arrel
com les que donen per arrencar oliveres”
 
De Poemes amb ous ferrats de Juan López-Carrillo
 
 
 
Hay una relación, Juanitus,
entre los malos poetas y las malas hierbas:
por más que los arranques, al menor descuido,
vuelven de nuevo a ocupar
      los descampados líricos,
los parterres escolásticos,
      las tribunas geriátricas,
los medios indocumentados…
 
Y lo hacen, con una vitalidad de higuera
      creciendo en el precipicio de los suicidas,
con un afán de sobrevivir a su propia inanidad
      que, verdaderamente, espanta y da miedo.
 
             

Epigramas Líricos 11 – día 160

“Lo mal que digo de los otros
lo digo de mi, para que nadie se ofenda
más allá de las náyades subliminales del Nilo”.
 
 
¿Por qué son tan susceptibles los poetas?
Te preguntas, amigo Rómulo,
en las noches de nieve y soledad.
 
Los poetas no viven del dinero
      que ganan por sus versos,
viven de la vanidad de ser renombrados
      como poetas, viven de su yo,
ese ectoplasma que al mínimo roce
      se contrae y escupe un veneno defensivo,
como las víboras.
 
(Acabo de descubrir, amigo Rómulo,
que los poetas son como las víboras,
bífidos y venenosos en defensa
de su vida de víboras).
             

Epigramas Líricos 10 – día 159

Un recuerdo para el poeta Gerard Vergés
de gratísima memoria, que nos reconvenía
sobre el exceso del vocablo “habita”
en la poesía castellana.
“Habita”, palabra harinosa, indigesta.
Los poetas modernos siempre “habitan” algo.
Menos en una casa, como cualquiera,
ellos habitan el silencio, la soledad, el olvido…
Y no digamos ya los que “habitan la luz”
Redundantes, vomitivos.
Como esos otros
      que frecuentan las rosas en demasía.
Aquí les regalo un verso para su gloria pastelera:
“habitar en la luz de las rosas”
No pido royaltis. Es un regalo.
             

Epigramas Líricos 9 – día 158

“Los que viven en la luz ¿son luciferinos?”
 
De Ironías Apátridas De Fríos Santos García
 
 
Hubo un tiempo
en que los poetas
escribían la palabra alma
en todos sus poemas,
hasta que los poetas
-o el tiempo de los nuevos poetas-
perdieron el alma
y se encontraron con una realidad
más prosaica, menos sensible.
 
Ahora estamos inundados de poetas
que habitan o respiran la luz,
la luz o el silencio a todas horas.
 
Cuando llegue el recibo de la luz
se necesitarán muchos ángeles valientes
para llevar a los acreedores al silencio.


            

Epigramas Líricos 8 – día 157

Contra todos los que tratan a Federico García Lorca
de Federico a secas.
 
 
¿Y qué pensar de esos poetas
que tutean a los grandes
como si fueran cómplices y amigos,
o primos (como se tratan los reyes
de distintas dinastías),
más allá de los tiempos?
 
Federico, Rafael, Miguel, Pablo, César…
 
¿Son creídos, petulantes, devotos,
papanatas, soberbios, vanidosos?
 
Todo eso y, además, malos de dos maneras:
Tratando de redimirse de su banalidad como personas
y de sus malos versos como poetas.
               

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