Mes: septiembre 2020
Mitos – día 33
Estamos hechos de realidad y sueño. La materia siente el deseo de ir más allá de la torpe limitación caduca de sus recursos. Tenemos hambre de grandeza. Necesitamos, tanto como el pan, alimentarnos de mitos, símbolos, metáforas, proyecciones, héroes que logran lo que nosotros no podemos entre las zarzas de la vida vulgar y ajetreada. Los que mandan, los que quieren mandar, los que siempre han mandado y todos sus ejércitos de acólitos en nómina, alimentan el sueño, la ilusión, la fantasía, la imaginación, la irrealidad real de la realidad, con héroes que consiguen logros espectaculares, héroes que, cuando abren la boca, se revelan como autómatas perdidos en las galaxias del éxito. Ídolos de barro. Héroes de telefilm y mantequilla de cacahuete. Así nos va.
Predicadores – día 32
Los que predican la libertad, son unos esclavistas. Los que predican valores morales, son unos depravados escondidos. Los que predican un nuevo país, quieren seguir gozando de sus viejos privilegios. Los que predican el comunismo, viven como burgueses vergonzantes. Los que predican las noticias cobran de sus amos. Los que predican a los demás cómo deben vivir, desean la muerte del prójimo. El exceso de celo de los predicadores esconden sus maléficos oficios de asesinos sin sueldo.
Advocaciones Apócrifas 2 – día 31
Santa Escrupulosa de la Nariz Estirada, limpia las letrinas. Santa Banalizadora de las Vacunas, no intercedas por nosotros. Santa Cretina de las Ínfulas Científicas, no pretendas convertirnos. Santa Colgada de las Ideas Fijas, súbete las bragas. Santa Catástrofe de la Tortilla de Patatas, ama las cebollas. Santa Apócrifa de los Altares Televisivos, cómete el pollo. Santa Bicéfala de los Cuernos Dorados, ponte las botas.
Romance de la indignación sin rima
d y azotad a ese prójimo. Redimidlo de su lúbrica propensión al criminal sometimiento del débil, dejadle la piel en llamas, que sienta el dolor ardiendo en su tórrida consciencia de abusador inclemente; que se queme enaltecido por látigos sin fatiga; que sienta, multiplicado, el dolor que, despectivo, infringe por voluntad de capricho lujurioso, de sadismo decadente, de gratuito privilegio, de esclavitud lucrativa. La soberbia que descansa en espalda ajena busca su merecido en la piel propia. Id, pues, y azotad a ese dueño concentrado de poderes y dineros, de desprecios y maldades, de hartazgos heredados que hacen del desposeído una víctima del cielo. ¡Ay romanos, que no nos acabasteis de enseñar la dignidad tan nombrada, tan depravados vosotros por el exceso adiposo de la molicie indecente, como los dueños de ahora, aduladores del oro, adoradores del sátrapa, reverentes del corrupto, lameculos hacia arriba, despóticos hacia abajo, desgraciados irredentos, vengativos absolutos. La vara que sirve para medir la humillación sucia del pobre, nos sirva para recalentar el pellejo del rico; que las espinas que hicieron sangrar al hijo de la indómita pobreza se incardinen en la sien de los que se benefician del pan hurtado a los perros; que no se pueda decir que el hombre que facilita la aberración del poder dispondrá de casa y coche, seguridad y solarium, despensa para su gula, ocios y fornicios dóciles y rencorosos para usos cínicos y desatentos. Estoy hasta más arriba de esa vileza que premia al ruin en su sino, al mísero e indecente latiguero. Lejos de mi sus vestigios de moralidad, de pulcra decrepitud, sus maneras de ojeador en penumbra, su lento acecho en la noche de vampiro voraz, lúgubre chupador de dangre ajena. Con esa desfachatez de predicar a los otros lo que jamás cumple el mismo. No quiero ni que me roce, escondido y aparente de fórmulas y domingos, infecto depredador de personas humilladas, de mujeres sometidas, de cuerpos y almas sumisas a su delirante sueño de soberana grandeza. Que se pudra bajo el látigo de la justicia espontánea del hijo de los mil frentes que vino a limpiar el templo de opresores que inoculan ese veneno violento en el mundo cotidiano: la perversión de los sádicos, el dolor loco y gratuito, el dolor innecesario.
Indócil – día 30
El espíritu insumiso,indócil, en caballo transformado, en numen, imagen que se perfila bajo las edades de la memoria, sutil, efímero, diferente, buscando aplomo, aguas desenvueltas, brisas brillando en los álamos, deshacerse del miedo cerval, instintivo, difuso, impuro, con presencia, prestancia y firmeza, desarrollando salud entre las redes dolientes, con dominio del enredo y la ofuscación, libre de la marca y el bocado, volando en el viento de la ola que avanza, amigo del mar, amigo de su dios, el suyo, al que obedece como así mismo.
El globo – día 29
El globo, lleno de aire caliente, se fue elevando hasta el techo de un mundo de globos: aquel que acaba en la desintegración de todas sus aspiraciones; allí donde se encontró con otros globos agónicos, nostálgicos perdidos de la belleza de un viaje a los cielos deslumbrantes. Aquellos cielos donde las nubes de la somnolencia se abandonan en la flotación del color y la buena suerte, allí donde las cometas liberan un crisol de esperanzas y hacen pensar que los sueños adquieren -pulso y materia- la vida del logro y el placer.
Negacionismo – día 28
A Elías Canetti, in memoriam Algunos niegan la existencia de Dios, algunos niegan la existencia del virus Covid, algunos niegan el genocidio armenio, algunos niegan el Holocausto judío, algunos niegan el alma de los animales, algunos niegan la animalidad del alma. Nadie niega que se vaya a morir. El auténtico negacionismo debería empezar por ahí, como hizo Canetti, que negó la muerte hasta el mismo día de su muerte. Canetti, de nombre Elías, curiosamente, el arrebatado a los cielos en un carro de fuego, Elías, que se fue de este mundo sin abrir la puerta de la muerte.