Romances viejos para tiempos nuevos
Romancillo del jinete sin sosiego
inete sin sosiego
por sendas desoladas,
qué buscas por los fríos
marjales de esta amarga
tierra que sin descanso
remueve sus entrañas.
Qué buscas en la noche
juntando las palabras,
minero de las nubes
de las sierras lejanas,
persiguiendo las huellas
de quimeras extrañas.
Husmeando como lobo
por ver la luna clara,
cernido por las sombras
preñadas de alimañas,
qué quieres de esta tierra
donde silban las hachas.
No oyes confundidos,
imberbe y sin coraza,
caballos reverentes
y espigas desbocadas,
líquenes de veneno
y amapolas sin ganas.
¡Huye, que no te entres
por estas tristes landas!
¿No sientes sus latidos,
no sabes que te aguardan
túneles de la muerte
y oscuridad sin alas?
Huye, amigo, que nadie
sabe tu sed tan rara.
Huye, que si los filos
del aire se propagan
solo quedará el rastro
sangriento de una espada,
y un cielo de marfiles
y una tierra callada.
Romance del hombre perplejo
ra un hombre de ojos fijos
perplejo en la encrucijada
absorto por los designios
del mundo resuelto en llamas.
Acendrado por su mismo
estupor de joya santa,
era un hombre inhibido
sobre el crucero del alba.
Indeciso y transparente
sin la pasión de una lágrima,
agudo cristal silente,
era un insecto del ámbar.
Qué miras hombre perplejo
tan quieto en la encrucijada,
tan confuso y desafecto
en tu experiencia de estatua.
Tan mudo por el desorden
de una agonía sin mapas,
qué esperas sin los resortes
del movimiento y sus alas.
Lo que tienes que perder
muy crecido te lo ganas,
el error coge en su red
el fulgor de la mañana.
Y si las señas no existen
y el tiempo es agua callada,
si te aprisionan los mimbres
celestes de la desgana,
Que no te importe la muerte,
la voz, la estirpe, la máscara,
para ser ceniza sin suerte
ciñe tu música y canta.
Romance de la niña coral
odo el mundo te lo dice
aunque nadie diga ná,
el silencio es tan espeso
que calla por no hablar.
Me pasé por la su calle
no lo puedo remediar,
ansias de verla me mueven,
no me la puedo quitar.
Niña de boca perversa,
blanca de sombra y coral,
que me quema los sentidos,
no lo puedo remediar.
Soy un caballo sin brida,
un desacato animal,
se agita toda mi sangre,
me balancea su mar.
Arderían las aceras
que llevan a su portal
si me reciben sus santos
si me dejaran pasar.
Se romperían los cielos,
triunfaría la verdad,
el mundo sería bueno
si yo lo pudiera amar.
Pero las almas traidoras
que fingen la libertad,
gritan contra mis senderos,
me incluyen en su maldad.
Pretenden domesticarme
pretenden me condenar,
pero yo sería salvo
si le diera por me amar.
Niña de boca perversa
hembra se sombra y coral
mi fuego en todas sus lunas
lunas de mi eternidad.
Romance del árido taoísta
gusto conmigo mismo,
en el silencio, en la sombra,
estando solo en mi nido,
todos los demás me sobran.
Me sobra la gente lerda,
me sobra la inteligente,
los cínicos, los astutos,
los que van y los que vienen.
No soporto la alegría
de los bobos que jalean
al señorito que paga
la desgana de su fiesta.
Ni a tantos desmemoriados
que excusan a los que abusan
con un gesto de soberbia
porque una parte era suya.
Fanáticos del beneficio,
locos de su sola causa,
forofos de la indecencia
barriendo para su casa.
A quienes creen los cuentos
del patriota pesetero
y cantan, con ilusión,
el himno del cementerio.
No los soporto, no quiero
que me toquen el espacio,
ni un segundo de mi tiempo,
ni un bigote de mi gato.
Sí, me voy haciendo viejo,
y hasta el amor y sus líos
dejo que vayan pasando
y que me dejen tranquilo.
Desnudo hasta de mí mismo,
sin otra pasión que el dios
que vive y que me desvela
buscando por mi interior,
una energía que encuentre
en acto la redención
de tanto sueño incumplido
silenciando su valor.
Romance del recuerdo
e vuelto de nuevo a recordar
el día en que la conocí.
Espigas de mi corazón
tiemblan con el viento de abril.
Se abrieron las puertas del cielo,
entré en los palacios del mar,
dejé los suburbios del sueño,
junté las palabras de sal.
Ojos negros rayando el día.
Albor de claridad cercana.
Se abrían mis ojos de pronto
con la lluvia de su mirada.
Revelación de nuestros cuerpos,
placer andando por las manos,
el misterio se descorría
con el veloz fuego del rapto.
La memoria, como un caballo,
deja su rastro inolvidable.
He vuelto a recordar que fuimos
velas de un viento favorable.
Ese rastro de la memoria
marcó su destino en mi piel.
Donde quiera que yo me encuentre
sabré quién es mi dueña, quién
me liberó de tanta cárcel,
y abrió luz en las sombras, quién
hizo realidad la idea
de vivir con todo mi ser.
Si cautivó mi pensamiento,
si abrió las corolas del aire,
ahora, agonía y memoria,
viene despertando en la tarde.
Romance del diputado tuitero 2
l diputado tuitero
sigue con sus amenazas,
las cabras tiran al monte
como el picor a la sarna.
Cada vez que abre la boca
no se salva ni la salvia,
se infusiona y nos infecta
con palabras trompicadas.
No hay dos frases que no diga
una sarta de tontadas,
retahílas de refritos
y monsergas desgastadas,
consignas de capirote,
insistentes payasadas,
machacones ditirambos
de su salsa mentecata:
que si la tirana tierra,
que si la madrastra España,
que si nos impiden ser
libres gentes soberanas.
Mientras tanto con denuedo,
el se zampa una lasaña
pensando el muy guerrero:
esto sí que es buena hazaña,
comer de los que, contrarios,
le privan de la su patria,
lo arrinconan en hoteles
y le entregan buena paga.
Le regalan buena vida,
una vida regalada,
haciendo sólo el rufián
con eso solo le basta.
“Critiquemos hasta un punto
o el chanchullo se me acaba”
-piensa como un empleado
catalán de nueva planta-
“Cuidar de tu enemigo
esto sí que es una ganga,
yo hago como si provoco
y les enciendo a los fachas,
después, los agradecidos,
me compensan con la carta
de un excelso restaurante
y me pongo hasta las trancas,
que comer hay que comer
y beber no es cosa vana
que esta vida de tuitero
tiene salidas muy malas”.